San José, luz para la Vocación Sacerdotal

"José, el hombre justo". Santo, perfecto, modelo. El Evangelio no hace de él ningún otro elogio. Pero con esa frase escueta, lacónica, ha hecho la mayor alabanza tributada a un hombre. Al hombre que se mereció toda la confianza de Dios para encomendarle los primeros tesoros de la salvación: Jesús y su Madre.

"No temas en recibir contigo a tu Mujer", le dice el Ángel ante la angustia que siente José por la sorprendente maternidad de su esposa. Entonces Dios le encarga la misión más grande: que sea el esposo virginal de María y el padre también virginal de Jesús.

¡qué hermosa analogía descubrimos con el sacerdocio ministerial!. ¡Qué fantástica iluminación da la vida de José al celibato sacerdotal!. Así como José es el esposo virginal de María, el sacerdote está llamado a ser "esposo" virginal de la Iglesia, para así poder ser capaz de una mayor entrega; no es una soltería para llenarse de gustos personales, sino una soltería que nos hace más ligeros y más libres para la entrega por amor y fe. Así como José es padre putativo de Jesús siendo casto, así el sacerdote está llamado a tratar desde su castidad a Jesús que sigue haciéndose presente en cada acción litúrgica, y de modo principal en la Eucaristía. Sigue haciéndose presente en el pobre y necesitado; en el enfermo, en el hombre incomprendido y en la mujer no escuchada; en el niño maltrado y en el joven prejuzgado. Sólo desde una castidad auténtica se puede atender con mayor plenitud a estos "nuevos rostros de Cristo" en el hoy de nuestra historia.

Cómo no celebrar, pues, en nuestro seminario a una figura tan insigne e iluminadora para la vocación específica a la que nos sentimos llamados, cómo mirar sólo con ojos pietistas a una figura evangélica de San José, que nos mueve a vivir una auténtica piedad. Cómo no hacer actual su estilo de cumplir el plan de Dios: siempre actuando, siempre obendeciendo, siempre creyendo, siempre amando. Aún cuando no se nos transmite ni una sóla palabra de él en los textos bíblicos, se nos transmiten, sin embargo, sus actos. La razón es intencional, Dios así lo ha querido, para recordarnos que de nada sirven las palabras, por hermosas que sean, si al final nuestra práctica se dirige a hacia otro dios, ese o esos que nos creamos cuando no seguimos al verdadero.

Que San José nos ayude, que su ejemplo nos etimule. Que toda la Iglesia sea bendecida y que nuestros seminarios, tanto mayor como menor, que le tenemos como patrono particular, sean también bendecidos y guíados por el Espíritu que guío a San José.

P. Carlos Enrique Barrera Gómez.
Rector


AFICHE DE CONVIVENCIAS 2011

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